las aves de ōpalo
2021_ estudio de diseño
dirección de arte
narrativa, ILUSTRACIÓN, merchandising
Antes de Opalo Estudio, existía Amalia Paz, un estudio de diseño donde Amalia Gutierrez luchaba contra el malabarismo de levantar una empresa sola, conectar diseñadores freelance y atraer clientes sin perder su pasión por la fotografía.
En ese periodo, nuestros proyectos laborales, no eran más que estos encuentros de trabajo freelance desde las sombras, entregando nuestra mano y dibujos para captar a clientes seducidos por la amabilidad y encanto felino de esta mujer.
Sobre lo que fue ese proceso de naming y construcción de marca, podría hablar extendidamente.
Fueron muchas tardes de pizarras y dibujo, considerando el posicionamiento, la competencia y el caracter reflejado de Amalia.
Al ser un estudio liderado por la tambien conocida Eimi, buscabamos lograr plasmar una presencia fuerte en lo femenino, en su sutileza y mensajes de empoderamiento.
Mi presencia pocas veces es sutíl, sobretodo en la oficina.
Trataba de llevar en mi sentir o proyección anímica, el entusiasmo del espacio, llenándolo de música y colores.
En determinado momento, tras una reunión con un cliente cuyo proyecto no mencionare ni revisare en este documento, nos encontrábamos meditando al respecto.
La pertenencia existía desde el cariño y el goce de compartir cancha con tremenda diseñadora, amiga y socia, aportando desde donde pudiese a su proyecto.
Un día, ad portas de tornar nuestra relación laboral en una más comprometida, Amalia, de Amalia Paz, decidió que solo debía existir una Amalia.
Recuerdo cómo ese día, luego de batallar con algunos clientes, Amalia me miró y declaró que lo primero que haríamos, como agencia, para nosotros, sería trabajar en la nueva identidad de Amalia Paz.
Tras sesiones de brainstorming, tardes debatiendo de etimología y significantes, recorriendo mitos, piedras, lugares, lenguas y sensaciones, surgió Ópalo.
Al ser un mineral con moléculas de agua en su interior,pudimos identificarnos con su capacidad de fluir y brillar.
Su brillo tornasol y uso en la joyería, nos llevo por el trato de clientes, buscando lograr construir marcas no solo bellas y significantes, más bien marcas que luego de un breve pulido, ya revelarían una narrativa propia, un horizonte que al atardecer, encontraría y mostraría el motivo de su pureza.
La sutileza de Opalo muchas veces se escapaba de mis manos, sin embargo, mi presencia era notoria y no podíamos ocultarla.
Entonces las aves llegaron.
Mi relación con estas es quizás muy compleja para tratar de desenredarla aquí, casi obsesiva.
Crecí en un entorno natural, de pequeño libere algunas enjauladas, de mayor no podía evitar que me robaran la atención
Incluso hoy en día las admiro e intento comunicarme con ellas.
Buscamos abrir esa opción en el estudio. Fortalecer la línea ilustrativa, con llamados de atención para redes, construir mensajes que se acercaran tanto en el dibujo como en la poesía, a la sensibilidad, a personas reales, a quienes contemplaran el diseño no solo desde un logotipo bien construido,sino que también en comunicar, en dar signos.
Insisto, no fue una decisión inmediata caer en las aves, pero sentíamos que estabamos en lo correcto.
De hecho implicaba una construcción narrativa, en forma de agenda, que llevaría el vuelo de las aves en un ciclo, a una travesía que entregaría el escenario propicio para una nueva historia.
Aspiramos abrir un ciclo con aves, para luego llevar a quienes compartieran esa atención, a las plantas y la botánica, para posteriormente, compartir un horizonte del mundo mineral, descubriendo así el valor bruto del ópalo.
Es una idea en trilogía, donde llevaremos un proyecto desde tres aristas, en el vuelo de las aves, para fijar tiempos y temporadas; en el crecer de las plantas, para invitar a la observacion especifica del tipo de crecimiento que has llevado en tu proyecto, poniendo en valor el ecosistema; y finalmente, el trabajo de fortalecerse en los minerales, encontrando tu valor, peso y brillo.
La agenda aún esta en proceso, cerca del cierre, mientras que la narrativa botánica tendrá su espacio más adelante, cuando el destino lo dictamine, en mis manos o las de alguien con real cercanía a la tierra.